A los 21 años, Sergio Gutiérrez dejó su natal León, Guanajuato, en México, debido a la falta de oportunidades laborales; el deseo de comprar una casa, lo llevó a emigrar a Estados Unidos. Ahora, a los 39 años, tiene un negocio de serigrafía textil, llamado Gabriel Printing Corp., en Los Ángeles, California.
Enseguida, comenzó a trabajar en la impresión de playeras y, con el tiempo, conoció y dominó todo el proceso. Eso, junto con su interés por emprender, lo llevaron a intentar establecer su empresa, hasta que lo logró.
Mientras era empleado, construyó su compañía, con lo que tenía a su alcance en ese momento: seis mil dólares de ahorro. Sergio compró maquinaria usada y material, rentó un local, contrató a alguien que le ayudara y dejó su trabajo, pero los obstáculos llegaron enseguida; a los dos meses, disminuyeron sus ventas y tuvo que volver a su empleo. A pesar de todo, no se rindió; al año siguiente, lo intentó nuevamente.
Durante un tiempo, reinvirtió todas las ganancias, pero sabía que valía la pena crear algo suyo, que le permitiría tener mayores ingresos y darle una mejor vida a su familia.
Ya que las cosas comenzaban a tomar rumbo, ocurrió lo inesperado: hace dos años, un incendio se llevó todo lo que había construido. Como no estaba asegurado, tuvo que superar la pérdida con trabajo. Con los clientes que ya tenía y un préstamo de 20 mil dólares, empezó otra vez. Para progresar, trabajó día a día en ser mejor y atrajo más clientes, logrando mayores ingresos. Una vez pagado el préstamo, solicitó otro, para comprar maquinaria, pues siente que a la compañía le falta más.
El proceso ha sido complicado; Sergio se ha enfrentado a varios obstáculos, como pérdidas, falta de acceso a préstamos y personas que abusan de la ignorancia inicial de los emprendedores. Aunque es difícil y requiere mucho trabajo, recomienda perseguir sus sueños y crear un negocio. “No se dejen caer por el primer fracaso, sigan intentando y aprenden. Yo tardé más de un año en generar 12 mil dólares al mes en Amazon. Primero invertí en electrónicos y tenis que no se vendieron; en vez de ganar, perdía. Luego comencé a vender playeras con diseños chistosos, aprendí cómo presentarlas y avancé en el proceso, hasta que tuve ganancias”. Su siguiente paso es crear una marca y vender las playeras en todas las plataformas de venta on line.
En lugar de darse por vencido, Sergio aprendió de los errores, mejoró la calidad de sus productos, se olvidó de los clientes que no deseaban pagar por su trabajo y creció.
Y este logro, en gran medida, fue gracias a Carlos Márquez, a quien empezó a escuchar en la radio, hace cuatro años, ya que lo impulsó a vender en línea. “He ido a casi todos sus entrenamientos y eso me ha ayudado mucho. Implementar lo que he aprendido de él me ha permitido seguir adelante, de manera más sencilla. Además, cuando estoy decaído o sin ánimos, me motiva; al oírlo, regreso al camino. También me ha ayudado a tener más contactos, clientes y seguridad. Antes, hacía trabajos que no me convenían; aprendí a decir no, en lugar de perder. He implementado todo lo que me ha aconsejado, y me ha funcionado”.
En la actualidad, Sergio está feliz, porque su esfuerzo lo ha llevado a tener el reconocimiento de los clientes; al ver la calidad y rapidez de su trabajo, le dicen que es el mejor y lo recomiendan, pero su mayor satisfacción es que esto le ha permitido disfrutar al máximo a su esposa Elena, sus hijos Heymi y Gabriel, a quienes agradece su amor y apoyo incondicional con experiencias que no podría darles con un salario.